La chica de la sonrisa extraviada vive a tan solo cuatro manzanas de la calle principal. Esconde un tesoro al alcance de muy pocos ojos perspicaces, solo para unos cuantos personajes que quieran adentrarse en el ángulo semioscuro de su historia aún por descubrir.
El chico con tiritas hechas de besos y hambre feroz de heroicidad, espera todos los días la ocasión perfecta para demostrar su valía. Porque nunca había sido tan difícil dibujar la belleza exacta de una sonrisa en unos labios tan cálidos y a la vez escurridizos. Pero nunca tan fácil como ofrecerle una mano no indiferente y canturrear en su oído: 'Buenos días, corazón. Hoy amanecí nada más verte.'
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