''... y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.''
-Rayuela, Julio Cortázar
Una cicatriz al lado de otra. La Maga lleva un hilo de plata atado a la muñeca para intentar no olvidar, para recordar un poema distorsionado. Dos globos amarillos se levantan en el cielo, cruzan un acuerdo entre mirarse y despegar. Una cicatriz al lado de otra.
Creo que espera a Oliveira con un ramo sujeto a la espalda, cortesía de un pensamiento transversal. Se ha quedado dormida contando las picaduras de recelo, mientras observa el aire envasado en una especie de dolor colateral. Como una sirena sumergida en el silencio de un mar que no cubre. Una cicatriz sobre otra. El agua llueve al cerrar el hilo sobre ambas manos para recordar mientras no se desea.
Cortázar tenía razón. Que tire la primera piedra quien sabe nadar descalzo sobre una marquesina pintada de números. Razones a tientas. Un juego de tontos. Algunos lo llaman amor.
algunos lo llaman amor... Tal vez, sea amor. Ves a saber. (precioso texto)
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