miércoles, 24 de octubre de 2012

Abigail (II).

Día 2.

Querido cualquiera:

No paro de oír quejas de la gente, sobre lo mal que funcionan las alegrías últimamente, y que parece ser, están contadas. Que los cafés ya no saben igual, que los remordimientos han ido in crescendo y que la lluvia empapa nuestros corazones. Los latidos siguen siendo latidos, pero cada día se hacen más intensos, menos descafeinados. Y que todos, absolutamente todos, buscamos algo de consuelo entre las historias de los demás. Esas que nos brindan un segundo de mirilla entre sus almas, para mirar allá donde nos sintamos con mayor y mejor cobijo. Una idea, una situación, una palabra... Convertir nuestras malas pasiones en esperanzas de otros. Siempre otorgando una condecoración al más vívido, al más emocionante, al que ofrece temperaturas veraniegas. De esta forma, le sigues la pista a cualquier chispa inmediata, cualquier sensación renovadora que te hace creer que, al fin y al cabo, todos los males son pasajeros. Así, nos lleva segundos encontrar un vacío lleno de tapujos, algo a lo que agarrarnos sin remordimiento alguno. En cambio, nos lleva años darnos cuenta de que es en nuestra propia historia, donde encontramos lo esencial para reconstruirnos cuando nos ha llevado la marea. Aunque, ahora que lo sabes, no te hace falta esperar una vida entera...

Abigail

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Yo te digo dime , y tú me dices...