Ayer volví a verte por la calle, embobada enfrente del escaparate de sombreros de la vieja vecina de nuestro portal. Recuerdo cuando solíamos pasear por allí, y proponíamos entrar un día de estos y cargar con todos los especímenes que se interpusieran en nuestro paso.
'Así, podríamos jugar a ser alguien distinto cada vez que nos apeteciese. Cuando ser nosotros mismos fuese demasiado repetitivo y nada extravagante. Entonces, un sombrero nos haría cambiar. Porque un viaje a París nos resultaría más lejano y costoso en ese momento.'
Uno de esos días decidimos entrar. Escogiste un ejemplar de mimbre que me recordaba a ese tipo de accesorios que suelen llevar las señoras sexagenarias de nuestro barrio. Y formulé la pregunta. La verdad que se nos escapaba.
-¿La gente cambia o evoluciona?
-Se disfraza.
Ahora me pregunto cuántos personajes hubiésemos sido capaces de interpretar.
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